En ocasiones uno se entrega a trabajar por un ideal, que como todos los ideales, son proyectos colectivos. Trabajas por él, dedicas tu tiempo, tú esfuerzo y te pones al servicio de las siglas en las que crees. Es solo un trabajo técnico, un trabajo que me gusta y que no tiene ninguna connotación política. Pero cuando quieres darte cuenta, resulta que te has convertido en una diana para unos, un ideólogo que siembra doctrina para otros, para los opinadores profesionales eres un lameculos del aparato y para los más despistados incluso eres un censor.
La realidad, la única realidad, es que solo soy un currito, es lo único que sé hacer y es lo único que seguiré haciendo sin ninguna otra pretensión. No me afligen las amenazas, ni las campañas difamatorias contra mi persona, ni tan siquiera el vacío mostrado por quienes creía mis amigos; solo lamento que la responsabilidad me prive de la voz, mi voz en la red.
O quizá, solo esté dormida.